sábado, 8 de mayo de 2021

Criptomonedas y Lavado de dinero

#Narcotráfico y #LavadoDeDinero
#OperaciónBovinasBlancas

Primer antecedente jurisprudencial de lavado de dinero con #criptomonedas

En cada operación se recibió #bitcoins, se los transformó y entregó en dólares estadounidenses en al menos cinco fechas diferentes, actuando con diferentes sujetos, más allá de que todos integraban la misma banda criminal.

En su alegato, el fiscal González Da Silva detalló la estructura de la organización y cómo se ejecutaban las distintas maniobras para encubrir el tráfico internacional de estupefacientes y para inyectar en el mercado legal el dinero que provenía del narcotráfico. Afirmó que los mexicanos daban las órdenes a los hermanos Cuello y a Martino, en tanto que García se comunicaba de manera directa con el máximo jefe de la organización, un hombre al que llamaban “el licenciado” que operaba desde el exterior.

Según publicó el Ministerio Público Fiscal en su portal de noticias, los mexicanos Rodríguez Córdova, Acevedo Villanueva y Madrigal Vargas viajaron al país para acondicionar la droga para su contrabando (los panes de cocaína iban colocados dentro de grandes bobinas de tipo eléctrico) y para decidir cuándo y bajo qué forma se haría el tráfico. Los hermanos Cuello, que operaban en Mendoza, administraban los galpones donde se guardaba la droga y proveían el transporte a los traficantes mexicanos.

En cuanto a Amílcar Darío Martino, involucrado en el tráfico de drogas desde Quequén, era el gerente general de la empresa “Can Trade Connections” -dirigida por un canadiense y con sedes operativas en México, Canadá, Reino Unido, España y la Argentina-, encargada en la importación de equipos y máquinas usados para acondicionar los estupefacientes para el contrabando. El fiscal lo acusó de ser “el encargado del traslado de la mercadería a Bahía Blanca y de realizar los trámites de exportación de las bobinas de acero que actuaban como pantalla para el traslado de cocaína”.

El fiscal consideró que, además de tratarse del “mayor secuestro de estupefacientes en el país sobre una organización internacional dedicada al narcotráfico” la importancia de este juicio radica en que se trata del primer antecedente jurisprudencial de lavado de dinero con criptomonedas.

Ante el tribunal integrado por los jueces Pablo Candisano Mera, Pablo Larriera y Pablo Díaz Lacava, el fiscal remarcó que García, acusado de lavado de dinero, no actuó de manera accesoria a la banda, sino que “puso a disposición sus conocimientos y recursos para transferir los bienes en dinero efectivo para dárselos a los ciudadanos mexicanos con el objetivo de financiar el armado criminal”.

En ese sentido destacó que “cada transacción se pensó, se pactó, se dio inicio y se concretó de manera independiente a cada una de ellas, para cambiar bitcoins y seguir financiando a la banda que operaba en la Argentina”.
“En las distintas operaciones, García recibió bitcoins, los transformó y los entregó en dólares estadounidenses en al menos cinco fechas diferentes, actuando en diversas ocasiones con diferentes sujetos, más allá de que todos integraban la misma banda criminal”, acusó González Da Silva.

Y agregó que “cada una de estas operaciones conservaban su individualidad y ninguna de ellas estaba sujeta o condicionada a una operación anterior o posterior, más allá de que se observó una mecánica y modalidad común”.

El mercado de criptomonedas

El fiscal resaltó la dificultad del seguimiento de los registros comerciales en el mercado de las criptomonedas y precisó que el imputado nunca colaboró ni aportó sus billeteras digitales para que se pudieran examinar las distintas transacciones ejecutadas.

“La cadena de bloques es una suerte de ‘matrix’ planetaria descentralizada, donde quedan registradas de manera inalterable todas las operaciones con bitcoins en forma pública, pero que no almacena ni nombres, ni direcciones IP, ni documentos de identidad, ni números de teléfonos [...] por lo que es difícil llegar de otra forma a su conocimiento, ya que además hay sistemas para interferir y hacer desaparecer la trazabilidad de las operaciones”.

En cuanto a la actitud del acusado, expresó que a García “no le preocupaba que las operaciones en las que intervenía estuviese vinculada con bienes ilícitos o que estuvieran ‘manchados con sangre’: solo le importaba si le afectaba la wallet [monedero virtual] y que no lo estafaran a él”.

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