Allen Stanforf |
De ser la persona número 205 en el ránking de los más ricos
del mundo, a ser condenado a 230 años de cárcel. Ese puede ser el último hito
en la carrera delictiva de Allen Stanford. El financiero texano fue declarado
culpable de un fraude de 7.000 millones de dólares en marzo y los fiscales del
caso han pedido 230 años de cárcel para él. La defensa ha reclamado que el
financiero sea puesto inmediatamente en libertad. El jueves de la semana que
viene se conocerá el veredicto del juez.
Allen Stanford
Stanford es posiblemente el segundo mayor estafador del
mundo, tras Bernard Madoff, cuyo fraude asciende a 65.000 millones de dólares.
Pero su pena puede ser 80 años mayor que la de Madoff. Todo un castigo
ejemplarizante en un momento en el que el sector financiero de EEUU sufre un tremendo
desplome de popularidad.
El 'caso Stanford' es tan o más rocambolesco que el de
Madoff. Para empezar, Stanford estafó a todo el mundo... menos a Madoff.
Stanford International Bank —la entidad dirigida por el estafador— invirtió
400.000 dólares en un fondo de Bernard Madoff que, previsiblemente, se
esfumaron para siempre. El sistema de los dos estafadores era el mismo: usar
los depósitos de los nuevos clientes para pagar los intereses de los
anteriores. Es lo que se llama una estafa piramidal o, en EEUU, 'de Ponzi', en
recuerdo de Charles Ponzi, que desarrolló ese sistema en Boston en los años 20.
Pero también se puede encontrar en la novela 'La pequeña Dorritt', de Charles
Dickens.
Stanford desarrolló su estafa en el paraíso fiscal de
República de Antigua, en el Caribe. Al contrario que Madoff, él jugó un papel
público destacado. Donó dinero a, entre otros, Barack Obama, George W. Bush, el
candidato republicano a la Casa Blanca en 2008, John McCain, la número uno del
Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y al alcalde de
Chicago y ex 'mano derecha' de Obama, Rahm Emanuel.